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INDUSTRIAS DE ALIMENTOS - NUTRICION

LA DISPEPSIA

 

CARMEN REIJA LÓPEZ - Es un término utilizado para describir genéricamente diversas molestias abdominales que incluyen: sabor desagradable de la boca, sensación de plenitud, dolor abdominal, eructos, ruidos intestinales, etc. También se conoce como indigestión o digestión pesada y los síntomas pueden ser continuos o intermitentes y estar o no relacionados con la ingestión de alimentos.

Resulta difícil clasificarla debido a la superposición de síntomas, describiendo los pacientes varias sensaciones diferentes que se mezclan y predominan según el momento. Se ha intentado agruparla en orgánica y funcional según se pueda o no asociar a alguna causa directa a nivel del aparato digestivo (estómago, duodeno, esófago, etc.) o al uso de fármacos (antibióticos, AINE, antiarrítmicos, etc.). La dispepsia funcional suele corresponder a un diagnóstico de exclusión al que se llega cuando no se encuentra una causa orgánica que justifique los síntomas (como una úlcera, un problema biliar, reflujo, etc.).

El diagnóstico debe ser efectuado por el médico porque no todos los pacientes son iguales. Para ello realiza un estudio completo de los hábitos que incluye diversos apartados de interés: consumo de alcohol, café y tabaco, momento en que aumenta el dolor (ayuno o digestión), mejoría o no al eructar, etc. A partir de ahí decide las pruebas a realizar (o ninguna) en función de las respuestas dadas. En algunos casos se hacen test de Helicobacter pylori, gastroscopias, análisis de sangre, heces y orina, etc. o pueden derivar al paciente al especialista. Sea cual sea la decisión, es el médico el único que puede diagnosticarlo adecuadamente.

El tratamiento se centra en combatir los síntomas y modificar la dieta y el estilo de vida. A este nivel, suelen darse unas recomendaciones generales que incluyen:

- Disminuir el consumo de alcohol, bebidas excitantes y tabaco.

- Evitar el estrés y buscar lo que nos relaje (pasear, leer, nadar, etc.)

- Mejorar el sueño. Dormir adecuadamente siguiendo pautas que nos permitan descansar.

- No acostarse nunca inmediatamente después de comer.

- Evitar las comidas copiosas o muy grasas.

- No utilizar prendas apretadas en la cintura.

- Comer de manera relajada, masticando con lentitud, sentados cómodamente, con horario regular y despacio.

- Realizar una dieta adecuada (verduras, frutas, carne magra, pescado, etc.). Evitar fritos, salsas, embutidos, especias picantes, etc.

A nivel farmacológico se usan varios grupos de medicamentos que deben ser pautados por el médico. Destacan:

- Antiácidos, que son fármacos capaces de neutralizar el ácido clorhídrico segregado por el estómago. Presentan diferencias en cuanto a la rapidez y duración del efecto neutralizante y sus reacciones adversas, en especial, sus efectos sobre la motilidad intestinal.

En este grupo se encuentra el bicarbonato sódico, de uso muy frecuente porque produce un rápido alivio, aunque de corta duración. Como problema señalar que puede producir gases; que provoca la distensión del estómago, con efecto rebote por aumento de la liberación de ácido clorhídrico y que el sodio puede ser absorbido pasando a la circulación y causando hipernatremia y alcalosis metabólica. En consecuencia, debe ser utilizado únicamente en momentos puntuales y no de manera crónica.

El carbonato cálcico es eficaz pero puede producir alcalosis, estreñimiento y liberación de gastrina (efecto rebote). Recomendable para uso esporádico.

Los compuestos de magnesio forman una película protectora sobre la mucosa que prolonga el efecto antiácido.

Los compuestos de aluminio son de elección en adultos sanos porque combinan los efectos antiácidos con la protección de la mucosa. Cuidado especial en pacientes con insuficiencia renal durante un período prolongado debido al riesgo de que se acumule el aluminio en el organismo.

Los compuestos de magnesio y aluminio presentan las ventajas de ambos elementos y evitan alguno de sus inconvenientes (como la motilidad intestinal).

- Los procinéticos mejoran el tránsito a través del tubo digestivo mejorando la motilidad, aunque no se ha demostrado su eficacia con estudios clínicos controlados. Pueden usarse inicialmente pero no prolongarlo en el tiempo.

- Los antisecretores gástricos (cimetidina, ranitidina, omeprazol, lansoprazol, pantoprazol, etc.) tienen una acción más prolongada y controlada, por lo que son eficaces en muchos pacientes. Presentan efectos negativos como la interacción con otros fármacos que utilicen el mismo mecanismo de metabolización y no deben ser administrados durante largo tiempo salvo indicación expresa del médico.

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