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INDUSTRIAS DE ALIMENTOS - NUTRICION

COMIDA ORGÁNICA

Siempre se defendió que la comida orgánica era más sana y nutritiva. Ahora, para sorpresa de muchos, un análisis de 240 estudios elaborado por la Universidad de Stanford, en los Estados Unidos, concluyó que no acumula ni más vitaminas, ni más nutrientes. Sólo en algunos casos, como el de la leche orgánica o el pollo, se halló que contenían más ácidos grasos omega-3, pero existe poca evidencia al respecto. 
Según la licenciada en nutrición Sabrina Kuzawka, “este estudio confirma lo que ya se sabía”. “En cuanto al aporte de nutrientes, no existen diferencias estadísticamente significativas entre los alimentos orgánicos y los convencionales”, sostiene, aunque admite que hace falta más investigación.

Distinta es la reacción de la doctora Elba Albertinazzi, presidente de la Asociación Argentina de Médicos Naturistas, que pone en duda el trabajo. “Al madurar naturalmente en la planta, los productos orgánicos concentran más vitaminas, en contraste con los productos convencionales, que se cosechan verdes, antes de madurar”, explica. Añade que, como el suelo donde se plantan los orgánicos suele ser más rico, por la rotación frecuente de los cultivos, es esperable que los frutos acumulen más minerales.

En lo que sí coindicen tanto el trabajo publicado en la revista Annals of Internal Medicine, como los especialistas consultados, es en la ventaja de que los orgánicos sean producidos sin pesticidas, fertilizantes o agroquímicos.

Esto “disminuye el riesgo potencial por exposición, tanto de los consumidores, como de las personas que trabajan en los cultivos, además de preservar el medio ambiente”, opina Kuzawka. “Algunos plaguicidas funcionan como disruptores hormonales que pueden generar obesidad, diabetes, cáncer, trastornos tiroideos y malformaciones congénitas”, advierte la doctora Mónica Katz, especialista en nutrición. “Hay alimentos, como la manzana o las frutillas, con cáscaras delgadas o sin ellas, que pueden estar cubiertos de pesticidas”, agrega.

Lejos del debate científico, la sociedad adopta, cada vez más, la alimentación orgánica. Según el último informe del SENASA, en el 2011 aumentó el consumo interno de hortícolas, frutas, verduras y miel orgánica. La superficie nacional cosechada ese año fue de 64.549 hectáreas, por encima del promedio de los últimos cinco años. Los principales cultivos orgánicos fueron los cereales y las oleaginosas.

Ángeles Ferrazzini, creadora del mercado Sabe la Tierra, uno de los más grandes del país, da cuenta de este boom orgánico: “Desde que empezamos, crecimos no sólo en consumidores, sino también en productores”. Basta con ver los números de Sabe la Tierra para comprobarlo: en dos años, los puestos se triplicaron –hoy son 60– y reciben 8 mil visitantes por mes.

“Por un lado, tiene que ver con las ganas de comer más sano. Por otro, las personas eligen comprarles directamente a los productores, para apoyarlos y para conocer los procesos productivos”, analiza Ferrazzini. Una de las ventajas de esta venta directa es que los precios se abaratan y algunos alimentos orgánicos, que parecían inalcanzables, se vuelven accesibles. Ferrazzini menciona que los productos más vendidos son las frutas, las verduras, los pollos pastoriles y los insumos para cocinar, como cereales, harinas y panificados integrales. Por moda, por compromiso social o por salud, son muchas las razones que motivan la compra de orgánicos, más allá de que sus beneficios nutritivos hayan quedado ahora bajo la lupa.

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