Blogia
INDUSTRIAS DE ALIMENTOS - NUTRICION

18 ARROZ

MAQUINA PARA PRODUCIR PAN DE ARROZ

Por REUTERS, REUTERS

Una máquina para hacer pan de arroz casero arrasa en Japón

TOKIO (Reuters) - Una máquina para hacer pan casero que muele arroz y cuece una barra de pan fresco con sólo pulsar un botón se ha convertido en un éxito tan grande en Japón que su fabricante, saturado por la demanda, dejará temporalmente de aceptar pedidos, a menos de tres semanas de su lanzamiento.

TOKIO (Reuters) - Una máquina para hacer pan casero que muele arroz y cuece una barra de pan fresco con sólo pulsar un botón se ha convertido en un éxito tan grande en Japón que su fabricante, saturado por la demanda, dejará temporalmente de aceptar pedidos, a menos de tres semanas de su lanzamiento.

A pesar del elevado precio del aparato, de unos 50.000 yenes (unos 600 dólares), Sanyo Electric dijo el jueves que los pedidos de su máquina Gopan habían alcanzado las 58.000 unidades a finales de mes, cantidad que había sido originalmente su objetivo de ventas para fines de marzo del próximo año.

Aunque una portavoz de Sanyo dijo que creía que la novedad estaba detrás de la popularidad de la máquina, Hisao Nagayama, analista de alimentación, atribuyó el alto índice de ventas a los cambios en los hábitos alimenticios, en los que hay una tendencia hacia la comida occidental.

Además, una vida ajetreada hace más difícil encontrar tiempo para cocinar el arroz, alimento cuyo consumo ha disminuido.

"La gente puede comer pan fácilmente y sabe bien. Pero los japoneses llevan comiendo arroz miles de años, así que hay algo en este pan que está satisfaciendo los niveles en nuestro ADN", dijo Nagayama.

Los usuarios de la Gopan colocan arroz lavado y otros ingredientes en la máquina, cuyo nombre es una combinación de la traducción al japonés de "arroz" y "pan", y presionan el botón de encendido. El aparato hace el resto, desde moler el arroz para hacer la masa hasta cocer el pan.

La preocupación por una alimentación sana y por las alergias también ayudan a la popularidad de la máquina, agregó Nagayama.

"Hay mucha gente que está cada vez más nerviosa sobre lo que hay en su comida, especialmente en productos como el pan, que pueden contener aditivos. (Hacerlo en casa) les permite ver qué hay exactamente", añadió.

Es probable que Sanyo continúe con los pedidos de Gopan el próximo abril, tras reforzar la producción de la máquina.

Japón ya ha experimentado antes con el arroz y el pan, en concreto una cadena de hamburgueserías que ofrece una "hamburguesa de arroz" en la que se coloca la hamburguesa entre dos panes hechos de arroz prensado.

(Reporte de Elaine Lies; Traducido por Aida López en la Redacción de Madrid; Editado por Lucila Sigal)

UNA PAELLA EN CHILE

Una paella hecha con cariño

César Fredes / La Nación Domingo

El amor por lo que se hace, el entusiasmo por satisfacer a los comensales y no la pasión por salir en la foto que impera en Chile, es lo que obtiene buenos platos, paladares agradecidos y cierta potencia de una cocina nacional. Y como dice Carlos Arguiñano la cocina debe quedar “rica, rica. Y con fundamen

Una paella hecha con cariño

 

Los viajes que hacemos tienen un interés primordial que, junto al paisaje físico y humano que visitamos, calles, callejuelas de piedra, catedrales, personas memorables, son platos, copas, mesones y barras. Lo que con mayor disfrute y contemplación hacemos en los viajes es comer y beber y con esto, inevitablemente comparar. Y comparar con Chile.

¿Por qué en los dos países vascos, el francés y el español, todos los panes son deliciosos, aromáticos, crujientes y dorados y en Chile no?

¿Por qué en cualquier barra de bar española al pedir un par de cañitas de cerveza te ponen siempre a lo menos un platito con aceitunas o con tortilla de papas y en Chile no?

¿Por qué por allá un restaurante de 30 personas lo atienden magníficamente dos personas y acá lo atienden mal cinco o seis?

¿Por qué en un bar de carretera en Andalucía “te ponen”, junto a las tres cervezas que pediste, dos platitos, uno con albóndigas en salsa con sepia troceada de antología y en el otro caracoles con otra salsa tan buena que es obligatorio rebañar con el buen pan hasta no dejar ni gota?

Lo más genérico que se nos ocurre decir es que todas las personas que nos sirvieron en muchas circunstancias están haciendo su trabajo y que el trabajo lo respetan y en consecuencia saben hacerlo.

“Nadie nace sabiendo y Europa es Europa”, nos dirán como la excusa más fácil.

Estamos pensando no ya en los simples cocineros jóvenes, egresados de Inacap o no, sino en los empresarios más poderosos de la industria alimentaria chilena, en las autoridades gremiales, en Achiga, hasta en los ejecutivos de la Imagen País, de Sernatur y de ProChile: ¿Hasta cuándo la excusa de que nadie nace sabiendo?

Se está enviando al exterior a mostrar el rostro gastronómico de Chile a gente que no representa a la cocina chilena, a gente que tiene serias dificultades para mantenerse trabajando, sin ningún éxito en los restaurantes que han montado con más arquitectura y publicidad que con cocina. A gente que no tiene gracia cocinando, que no son capaces de mostrar nada elocuente como expresión de nuestra cocina.

Los dirigentes del gremio gastronómico en Chile no han aprendido nada en los últimos quince años y menos han impulsado el desarrollo de buenos restaurantes nacionales. Copiamos todo y copiamos mal.

Una paella en Murcia

No se puede sufrir demasiado por los erráticos rumbos de nuestra cocina chilena.No se puede seguir comiendo cincuenta filetes de atún de Isla de Pascua “apanados en panko” en distintos restaurantes. Hay que salir fuera y ver. Y disfrutar de cocina verdadera, con inteligencia, a veces campesina, autodidacta, pero sin panko.

Ya seguiremos con la paella andaluza, pero es necesario responder a la interrogante que los lectores se estarán planteando. ¿Qué demonios es el panko?

Suena a japonés, suena a sushi, porque allí se emplea mucho. Suena a cocina peruana, porque los peruanos también lo han adoptado. Suena a Carpentier, a Olivera, a Palomo, a todos los mediáticos que también lo emplean.

Pero el panko es ¡solamente pan rayado sin corteza!

Pan que se emplea mucho en Japón, que vía sushi impacta mucho a los cocineros chilenos más jóvenes, profesionales y aficionados que “googlean” y se informan recíprocamente de cuanto ingrediente “exótico” existe para hacer sus reuniones culinarias.

En España -y esto es muy decidor- se emplea el verbo “guisar” como sinónimo de cocinar. “Mi madre guisa muy bien”, “quiero aprender a guisar”, “la esposa de fulano guisa de maravilla”.

Todo muy claro, porque la cocina esencial es el guiso, en donde con arte, con tiempo, con paciencia y con sabiduría, a menudo con muy poco dinero, se transforman tres o cuatro ingredientes en una preparación gloriosa y verdadera, como las benditas albóndigas salseadas con trocitos de calamar.

En el guiso no hay “montaje de plato” ni “emplatado”, la cátedra fundamental en las escuelas de cocina chilenas. Los platos no tienen que “tener altura” ni ir “sobre” risotto o camas. Tienen que tener sabor, aroma, suculencia. Y como dice Carlos Arguiñano, un chef vasco al que imitar pero que nadie imita, tienen que tener “fundamento”.

En casa de la familia Marín, en la huerta murciana de Cehegin, a media hora en auto de Murcia “capitá”, en donde son bastante andaluces, comimos una de las paellas más deliciosas e impresionantes de toda la vida y no pudimos dejar de preguntarnos por qué en Chile, en donde tenemos tanta costa y donde comemos arroz graneado todos los días no comemos paellas o “arroces”, como dicen en España, en donde no comen arroz blanco como nosotros, al que llaman “arroz a la cubana”.

La paella fue echa con leña de durazno, en una paellera de hierro de más un metro de diámetro, en el patio, entre los naranjos y los olivos y no tenía una brizna de chorizo, ni de cerdo, ni de pollo. Sólo pescados y mariscos del Mar Menor murciano y bastante azafrán de por allí cerca. Gambones y cigalas, pequeñas langostas de sabor delicioso de la costa de Garrucha. Y el caldo, clave de toda buena paella, era un hallazgo, era una profunda delicia hecha con el hervor de abundantes trozos de “emperador”, como llaman por allá a nuestra albacora y con mucho atún blanco, su bonito del Norte, de sabor y firmeza deliciosos. Sabor extraordinario, buen tenor graso de los pescados, arroz de Calasparra, allí al ladito, uno a uno, mojadito.

Ramón, el paellero, es un amateur que cocina para la familia y los amigos sólo por cariño y todos los abrazos, palmoteos y felicitaciones que recibe son todo su pago.

Vendedor de flores de oficio, Ramón hace una paella que en Chile ningún chef sabe ni intenta hacer.

La explicación de esa calidad tiene otra explicación: cariño por la cocina, verdadera pasión, que entre nuestros profesionales es moneda muy escasa

LA PAELLA

Por: Cecilia Portella Morote

Para ubicar un plato cualquiera dentro de la carta universal, hay que echar mano de algunas ciencias sociales que expliquen la esencia de su origen, así pues la historia, la geografía, la antropología y la sociología, forman parte de esa investigación, que mas allá de libros físicos o virtuales, son ventanas abiertas que pintan de cuerpo entero el panorama que deseamos conocer. Consideramos por ello, que no hay mejor forma de conocer un país o un pueblo, que a través de sus costumbres, su cultura y dentro de ella, su gastronomía.

España es generosa: sus regiones, sus ríos y mares, son guardianes de riquezas incontables. Y aunque frente a esta verdad hayan detractores que traten de explicar la abundancia de sus tierras, gracias a episodios desafortunados de su historia, en la que los que vivimos en esta parte del planeta estamos incluidos; debemos reconocer también, que han sabido transformar sus recursos en una gastronomía variada, que la hace especial y que es reconocida con nombre propio en el competitivo pero fascinante mundo de la culinaria universal.

Nuestro plato de hoy, que más que ello es un banquete que habla por si solo de esa riqueza que mencionamos, tiene muchas variantes, dependiendo de los insumos que incluya. Nace en una determinada zona, pero le pertenece a España toda, porque es su contribución al mundo; sin embargo, Valencia, Murcia y toda la zona del Levante peninsular español o costa mediterránea, es madre de su sabor, de toda esa exquisitez que supone la mezcla de sus componentes: los visibles como las carnes y verduras, y los que están ahí sin ser percibidos más que con la agudeza del gusto y el buen paladeo

Por ser este un plato entregado al mundo; la mayoría de los restaurantes de importante nivel, lo tienen presente en sus cartas internacionales. Perú, como no podía ser de otra manera, prepara la paella, adaptando nuestros generosos recursos y calzándolos perfectamente en el recetario de ingredientes españoles. El aceite de oliva, el cotizado azafrán español y el pimentón, ya cruzaron el charco y pueden ser fácilmente encontrados en algunas tiendas de autoservicio. Aún la ñora, no encuentra el camino hacia este destino, pero las mañas y el buen saber de nuestros cocineros, suplen esa pequeña ausencia.

LA BASE ES EL ARROZ

Un arroz redondo, cocido, aún húmedo, casi colorado o anaranjado, es la base de las carnes y mariscos, que se van superponiendo en la sartén amplia, llamada paellera y de la que deriva el nombre de nuestro plato.

La comunidad valenciana se precia de recoger en su tradición la preparación de este potaje, que surgió con matices más humildes de los que actualmente conocemos. La historia dicta que el arroz llegó a Europa procedente de Asia; se dice también que tardó algún tiempo en adaptarse al clima y al suelo de su nuevo hogar, instalándose luego exitosamente en las costas españolas.

La paellera y su bien pensada forma, permite una cocción especial del arroz: amplia para acoger los más variados ingredientes, de escasa altura para adecuarse al fuego y a los tiempos de ebullición. Espaciosa y redonda a fin de congregar a varios comensales que deseen participar del banquete. Es la paella valenciana la versión más antigua que se conoce, pero se sabe que en toda España ha ido cambiando de acuerdo a las riquezas naturales que producía cada región.

El cerdo, conejo, pollo, pescados, mariscos y verduras en general, le han otorgado nombres que en la actualidad conocemos: vegetariana, mixta, marina, mar y tierra, entre otros. 

En zonas como Murcia, los guisantes han aportado un sabor particular a sus preparaciones. En Cataluña, por ejemplo, el arroz negro, teñido con tinta de calamar, es la base de la paella marina, donde abunda gran variedad de pescados y mariscos.

Cabe indicar que además de los jugos que sueltan los componentes en cocción, es el agua necesaria, el caldo de pescado o pollo –según sea el caso- y el aceite de oliva, el que proporciona esa humedad tan característica en una paella bien preparada.

PAELLA VISTA AL MAR

Una copa de vino blanco agudizó nuestros sentidos y los preparó para lo que vendría. Pensamos en visitar algún restaurante español, de esos que decorados con abanicos y pinturas de toreros, se constituyan en el ambiente perfecto para oler y percibir a España en todas sus dimensiones. Nuestra debilidad por las sevillanas, el flamenco y las bulerías iban a distraer nuestra atención de todo detalle por apuntar, como solemos hacer con la mente, sobre sabores y gustos que emanan del plato elegido. Por ello acudimos a las sugerencias y no faltó quien proponga un ambiente litoral, con un panorama insuperable, frente a la Costa Verde...

Llegamos a Vista al Mar, en el primer nivel del Centro Comercial Larcomar. Su especialidad en pescados y mariscos, la extensa carta internacional, el ambiente distinguido y la atención de primera, hizo de esta propuesta, el lugar ideal para probar nuestra ansiada paella. La de la casa, llamada Paella vista al mar, es la más solicitada; en ella se mezclan los más exquisitos mariscos de nuestras 200 millas.

La base de su preparación es la misma en todos los casos. Con gran destreza y rapidez, su chef, Luis Cortes, asegura que no pueden darse el lujo de tardar más de 15 minutos en la elaboración de los platos: “La demanda es buena y los clientes exigentes”, dice, mientras vierte un chorro de fondo de pescado sobre el arroz arbóreo precocido y ya ligeramente amarillo.

Vemos desfilar un sinfín de verduras y legumbres que nos anuncian la preparación de una segunda paella, mientras nuestro fotógrafo capta el momento en que la paellera marina, humeante e indescriptiblemente aromática pasa cerca de nosotros hacia un mejor destino. Una vegetariana con espárragos, pimientos, champiñones, nabos, arvejas y hasta granos de choclo y una buena ración de vino blanco, se va gestando ante nuestra inquietud...

La cocina sigue su ritmo de flameados, cocciones rápidas, pizca de uno y lo otro, chorritos de aceite, hierbas aromáticas, carnes de todo tipo, insumos precocidos, aderezos secretos y profesionales que dominan en ollas y sartenes el arte de cocinar. Atentamente los sigue con la mirada y en silenciosa experiencia, Segundo Romero, el propietario del lugar en donde consumaremos el antojo de una buena paella.

En lo que a mí respecta, no conozco España, ni sus regiones. No he estado frente al Alhambra, ni he escuchado el murmullo del Guadalquivir. Sus ferias me son ajenas, sus procesiones y sanfermines pasan de largo en mi afiebrada imaginación; llevo en mí, las ansias de recorrer una Medina Azahara de la que solo tengo escasas referencias y probablemente ni siquiera cruce el charco para hablar con la luna del Camarón...

Sin embargo, tuve el sabor de la España que se baila en Sevilla, frente a frente y a cuatro coplas; percibí el olor de la costa peninsular del Mediterráneo y hasta me sumergí en el cante jondo de algún andaluz apasionado… y todo, gracias al sabor generoso de una paella bien servida, con una inmejorable vista al mar, intentando descubrir ante mis ojos, alguna añoranza desconocida…

HISTORIA DEL RISOTTO

Por: Raúl García Jimenez - A Fuego Lento - El risotto es uno de los platos más populares del norte de Italia, especialmente en la zona de Milán y Lombardía, junto con la pasta y la pizza.

Cuenta la leyenda, que allá por el siglo XV un joven italiano renacentista se enamoró de una bellísima señorita, hija de uno de los maestros más populares de Italia. El joven, atraído por los encantos de la señorita decidió unirse en matrimonio. El novio, aficionado a la cocina, mandó preparar un plato con el que poder sorprender a sus invitados. El plato tenía que resultar fácil y rápido, un arroz con el que dio color con hebras de azafrán. Los comensales, al ver el plato tan colorido, quedaron encantados. A partir de ahí, se comenzó a utilizar este condimento para elaboraciones culinarias de arroz.

Los principales ingredientes que utilizaron, aparte del arroz, fueron: mantequilla, caldo de ave, queso parmesano, azafrán y trocitos de salchicha. El truco consistía en añadir el caldo poco a poco, sin dejar que lo absorbiera por completo el arroz y sin parar de remover para obtener como resultado un arroz cremoso. A este acto es lo que denominaron risotto, riso (arroz).

En la actualidad, dependiendo de la región de Italia, lo elaboran de una manera o de otra. En la zona norte de Bussolengo, Sona, San Martino... las amas de casa, especialmente "las nonas" (las abuelas) lo elaboran de manera tradicional, pero el caldo se lo añaden todo al principio. El arroz que suelen utilizar es el carnaroli, ya que su textura es más consistente y cremosa. Al sofrito, además de la cebolla o chalota, le agregan un diente de ajo (para aromatizar más el plato).

Particularmente yo prefiero ir añadiendo el caldo o fumet al arroz poco a poco; moviéndolo suavemente, ya que da mejor resultado: un arroz más cremoso, con mejor textura.

EN BUSCA DEL ARROZ IDEAL

lasprovincias.es - Si uno pide un arroz en Alicante, lo normal es que el camarero le enseñe la paella, se aleje y vuelva, unos minutos después, con el arroz ya servido en un plato. El restaurante L'Escaleta (Cocentaina) huye de esa tradición, pero no rechaza la forma de cocer el arroz en un capa muy fina. "Decidimos presentar nuestros arroces en unas pequeñas láminas de ración. Así evitamos el típico ritual en el que el camarero presenta la paella y la sirve. Nosotros le damos al cliente una paella rectangular", dice Kiko Moya, chef del restaurante L'Escaleta. Por lo que de nuevo vence la tradición modernizada, algo muy diferente de la actual y de moda cocina moderna.

L'Escaleta es uno de los pocos restaurantes con estrella Michelín de la provincia. Es un lugar en el que se aprecia claramente la combinación entre lo tradicional y lo moderno. Aspecto que también se aprecia en su cocina aunque Kiko se empeñe en decir que no sabe cómo definirla. "Me cuesta describir lo que hacemos en L'Escaleta. Es como cuando a uno le dicen que se defina y él prefiere que eso lo hagan sus amigos", dice el cocinero. Lo cierto es que en la carta de L'Escaleta se presentan platos con productos autóctonos, recreando sabores tradicionales, pero buscando nuevas sensaciones.

Kiko Moya acaba de aterrizar de Madrid Fusión, en donde ha presentado su peculiar Arroz con Bull. "Se trata de un arroz con la parte de la vejiga del atún que nosotros hemos decidido bautizar como los callos del atún. Es un salazón con un fuerte sabor. Lo que hemos hecho es atenuar esa potencia de la sal cambiándole el agua al atún cada 8 horas durante 24", explica Kiko. Quien, además, asegura que es uno de esos platos o amados u odiados.

En L'Escaleta se ha procurado acentuar el gusto por la cocina mediterránea, tanto en sus platos, como en el ambiente del restaurante, "aunque no es algo que nos limite a la hora de seleccionar producto y crear nuevos platos", dice Kiko. Es el caso de la butifarra de calamar con infusión de coco y jengibre. "Combinamos el mar, con el calamar y su tinta, y la tierra con la grasa del cerdo. El resultado ha sido exitoso siendo un plato que ha funcionado muy bien", comenta el cocinero.

Kiko Moya lo tiene muy claro. Para él lo más importante es buscar combinaciones armoniosas de sabores. Y utilizar las nuevas técnicas con sentido y coherencia. "Los nuevos productos que nos permiten texturizar alimentos, o gelificarlos, hacer espumas y demás, pueden ser tan beneficiosos como perjudiciales, puesto que muchas veces se olvida la esencia de un plato, que es el producto principal, por introducir en él las más novedosas técnicas", dice el cocinero. Y añade "que lo que hacemos en L'Escaleta es un trabajo continuado, en el que detrás hay unas 20 personas y del que procuramos analizarlo todo. Esto no es un hoy me levanto y decido ponerle kikos a un plato".

Transmitir sensaciones
Dice Kiko que la creatividad en un plato nace de la adaptación de una idea o de la transmisión de sensaciones. "Por ejemplo, ahora están empezando a florecer los almendros. Si quiero transmitirlo en un plato necesito ser lo suficientemente sensible como para captar el contraste que el propio almendro trasmite: la luminosidad de la flor y la calidez del tronco", dice Kiko. Estos son los pequeños detalles que ponen en funcionamiento el trabajo de investigación para crear un plato.

Para este cocinero, el que una comida sea inolvidable depende tanto de la sala como de la cocina. Pero a la hora de centrarse en los sabores, Kiko aconseja a los comensales que se dejen aconsejar por los profesionales y, aunque algo no les guste, que se dejen llevar y se abran a nuevas experiencias. "El resultado será un sabor, un aroma, una imagen que se podrá recordar al cabo del tiempo. Para nosotros, que un cliente llegue a recordar 2 o tres platos de un menú degustación ya es un éxito rotundo", apunta el cocinero.

ARROCES: ESA CAMALEÓNICA GRAMÍNEA UNIVERSAL

Nos descubrimos ante su majestad el arroz, esa gramínea camaleónica que está en el Olimpo de los cereales más consumidos y cultivados de la Tierra. De todos es sabido que la cocina del sudeste asiático, y buena parte del continente africano, tiene como base principal al arroz, al que le adjudican un papel parecido a lo que para nosotros representa el pan, acompañamiento a la comida principal. Pero, ¿por qué gramínea camaleónica? Muy sencillo. Esta acepción tiene dos interpretaciones opuestas. La primera, porque hay quien piensa que el arroz ha sido la gramínea más sufrida de la historia de la humanidad. Como relata el especialista en gastronomía Antonio Vergara en la presentación del libro «Arroces Contemporáneos», de Quique Dacosta (del que ya tendremos constancia), «el resignado y promiscuo arroz está obligado a meterse en la cama con toda clase de ingredientes obsesionados sexualmente con esta gramínea, desde el canguro hasta el plátano, sin olvidar la piña, los filetes de boa constrictor,...». La segunda, porque se ha puesto freno a tanta anarquía culinaria y al arroz se le respeta porque «posee -continúa Vergara- una inconmensurable grandeza interna».
En efecto, su extraordinaria versatilidad y su poder de seducción en la cocina ha sido la principal causa por la que una hornada de cocineros valencianos, sabedores del producto regio que poseía su tierra, unificaron sus conocimientos, su cocina de vanguardia y sus sofisticadas técnicas para elevar al arroz a los altares, sin olvidar las raíces y las recetas tradicionales.
La paella, plato de controversia
El arroz (Oriza sativa) es una planta herbácea perteneciente a la familia de las gramíneas Poaceae y a la tribu de las Oryzeae. Sus orígenes se remontan a unos 15.000 años atrás, fecha en la que se sitúan las primeras plantaciones en el sudeste asiático, China e India. Aunque muchas de sus especies son salvajes, dos de ellas, el arroz asiático (Oryza sativa) y el africano (Oryza glaberrima) fueron cultivadas. La gramínea Oryza sativa se adaptó perfectamente al medio-este europeo y, sobre todo, a la cuenca mediterránea.
Fueron los árabes los que la introdujeron en la Península Ibérica cuando la conquistaron en el 711. Referencias gastronómicas existen ya en los «Diez libros de cocina» de Apicio. O Ruperto de Nola, quien ya alababa en su «Libre de Coch» un plato como el arroz al horno, elaborado con este cereal, caldo, sal, azafrán y yemas de huevo. En «El Practicón», Ángel Muro habla del arroz a la alicantina: «En este país se mezcla el arroz con toda clase de pescados, aves y carnes, como igualmente con todas las legumbres y verduras». Muro no habla de paella, pero sí debemos introducirnos en un plato tan arraigado como protagonista de infinitas controversias, esa receta, la paella, de la que «se discute más que se come». Recurriendo a Josep Plá , en su libro «Lo que hemos comido», señala que «este plato tiene (otra) característica: contiene tantos ingredientes que gusta a todo el mundo: Hay quien va detrás del pollo; otros, de la costilla; el de más allá, de los langostinos. Hay especialistas en los caracoles del plato; otros se abalanzan sobre los vegetales; los verdaderos aficionados irán tras el arroz, el arroz directo y sin ninguna otra presencia». La paella, ese plato nacido en la zona arrocera próxima al lago de la Albufera en el siglo XVIII e identificada en el mundo como plato nacional español es, sin duda, una receta controvertida por la corrupción que se ha hecho de ella al exportarla fuera.
La revolución del arroz
Y del «maltrato», a la revolución, que comienza a principios de este siglo y se materializa en el año 2005, cuando se edita el libro de Quique Dacosta (Restaurante «El Poblet», Denia), «Arroces contemporáneos» (Montagud Editores), una edición de lujo en la que el chef hace un completo estudio histórico, antropológico y científico del arroz. «Quizá este libro sirva de referencia durante los próximos 50 años, como libro de consulta y por el recetario que contiene, de corte tradicional renovado y de vanguardia rompedora», señala su autor. «El arroz en tu tierra es un hecho cultural. Más que un producto, es una religión. Lo que he intentado hacer es darle una perspectiva más allá de lo cultural -continúa-, dignificarlo a nivel nacional e introducirlo en la vanguardia de la restauración». Esto se ha conseguido, en buena parte, tras analizar y catalogar las diferentes variedades de arroz que más se utilizan, sobre todo el sénia y el bahía, las más características del arrozal valenciano. Pero, sobre todo, por descubrir los diferentes comportamientos en la cocina que despliegan estas y otras muchas variedades (hay más de 80.000 catalogadas en el mundo).
La ruta arrocera
Ahora ya se degustan los arroces secos, los melosos, los caldosos y los caldosos muy reducidos. Siguen existiendo los risottos, la elaboración italiana en la que el arroz queda untuoso pero «al dente», aunque no en el litoral valenciano. Para que no quepa ninguna duda, y si la hay que se disipe, elijan algunos de nuestros destinos. Quique Dacosta, en «El Poblet» nos ofrece un Arroz carnaroli untuoso con algas a la brasa y aroma de bergamota silvestre (Metamorfosis 2008). Seguimos por el emblemático «Ca´ Sento», capitaneado por otro de los abanderados del arroz en esta neococina de las emociones. Raúl Alexandre, quien ha hecho de su arroz a la plancha o su meloso marinero dos estandartes de la culinaria valenciana. Nos vamos a «Casa Salvador». En este veterano restaurante de Cullera nos brindan dos recetas excelsas: el arroz meloso con rape, cigalitas y setas, y la paella Reguerot, con pato deshuesado y desgrasado, ajetes tiernos, ajos puerros y corazones de alcachofa. Seguimos en «La Cuina», en Vinaroz y su clásico arroz con erizos de mar. Y rematamos nuestro viaje en Pinoso (Alicante), en el restaurante «Paco Gandía», donde siguen haciendo con maestría su arroz (seco) de conejo y caracoles. Mar y montaña, y el arroz, siempre el camaleónico arroz, como protagonista.

COMERCIO MUNDIAL DE ARROZ

EFE - Tailandia y Vietnam se asociarán con Camboya, Laos, y Birmania (Myanmar), para formar la Organización de Países Exportadores de Arroz, que tendrá como objetivos fijar el precio del cereal y garantizar el abastecimiento de la población de estos países, anunciaron hoy fuentes gubernamentales tailandesas.

La iniciativa surge en medio el veloz aumento del precio del arroz en el mercado internacional y también en los domésticos de los países del sudeste de Asia, donde ese cereal es parte fundamental de la dieta de sus habitantes.

"He hablado con Myanmar a la que he invitado a unirse al grupo de países exportadores de arroz, que incluye a Vietnam, Laos y Camboya", declaró el primer ministro tailandés, Samak Sundaravej, después de reunirse con su homólogo birmano, general Thin Sein.

El jefe del Gobierno de Tailandia explico que este nuevo grupo que comparte la fértil región bañada por las aguas del río Mekong, funcionará de forma similar a como lo hace la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

Tailandia, el mayor exportador mundial de arroz gracias a sus avanzados métodos de cultivo, proveerá asistencia técnica a los países del grupo con menor producción, como Birmania, Laos, y Camboya.

En 2007, Tailandia exportó cerca de 10 millones de toneladas de arroz, cuyo precio se ha triplicado desde principios de este año a causa la creciente demanda, la especulación, el aumento de los precios de los combustibles y fertilizantes, y la desaparición de arrozales en favor de otros cultivos hasta hace poco más rentables.

El anuncio de la creación del grupo fue hecho por el primer ministro al día siguiente de que su Gobierno de Tailandia acordara abastecer el mercado local con 2,1 millones de toneladas de grano, para contener la subida de su precio.

El precio del arroz tailandés, de referencia mundial, se ha situado por encima de los 1.000 dólares por tonelada desde que Vietnam e India, los otros dos mayores exportadores mundiales, limitaran las exportaciones de ese cereal para garantizar el abastecimiento interno y frenar la inflación.

La última vez que el Estado puso en el mercado doméstico arroz de sus graneros fue en 2006, cuando decidió disponer de 200.000 toneladas para satisfacer la demanda por parte de importadores.

Esta semana, el Gobierno de Filipinas, el país que mayor cantidad de arroz importa, solicitó al Banco Mundial (BM) que convenza a los países exportadores de arroz sobre la necesidad de levantar las restricciones a la exportación de cereal con la finalidad de garantizar el abastecimiento mundial.

El llamamiento de Filipinas al BM llegó después de que países como India y Vietnam prohibieran las exportaciones de arroz con la intención de poner freno a la inflación.

Filipinas, el mayor importador mundial de arroz, planea importar este año cerca de 2,1 millones de toneladas, la mayor parte mediante concursos públicos en los que el Gobierno anuncia la cantidad y cuanto dinero va a pagar por cada una.

Según los expertos, los concursos públicos que convoca el Gobierno filipino contribuyen a elevar los precios del arroz en el mercado internacional.

La pasada semana, Filipinas acordó comprar más de 300.000 toneladas de arroz a Tailandia, Vietnam y Pakistán a un precio medio de 1.100 dólares por tonelada, unos 360 dólares más alto del que se pagaba a principios de año.

El Gobierno filipino tiene previsto convocar la próxima semana un nuevo concurso público para la compra de 675.000 toneladas de arroz.

El Consejo Internacional de Granos estima que el precio de la tonelada de grano será de 1.500 dólares a 1.600 dólares a principios del próximo mayo.