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INDUSTRIAS DE ALIMENTOS - NUTRICION

JOSÉ MARÍA ORDOVÁS MUÑOZ

«A los españoles nos gusta la tortilla porque es lo mejor para nuestros genes»

«Los investigadores estamos arrinconados por este futuro tan dramático que se avecina; la situación económica va a ralentizar el progreso»

 
 
José María Ordovás, en el Jardín Francés. miki lópez
 

JOSÉ MARÍA ORDOVÁS MUÑOZ Catedrático, director del Laboratorio de Nutrición y Genética de la Universidad de Tufts (Estados Unidos)

Amaya P. GIÓN
El investigador José María Ordovás dirige el laboratorio de nutrición y genética de la Universidad de Tufts (Estados Unidos). El candidato al premio «Príncipe de Asturias» de Investigación Científica y Técnica en 2007 atendió ayer a LA NUEVA ESPAÑA en el Jardín Francés del palacio de Ferrera, que no dudó en fotografiar.

-¿Cuál es su plato favorito?

-(Ríe) ¿Puedo pedir una prórroga para pensármelo? Un buen jamón ibérico no está nada mal, pero no está cocinado. Déjeme pensar.

-¿Y el jamón es bueno para sus genes?

-La verdad es que no me he mirado mis genes con respecto a si me van bien unas cosas u otras.

-En eso consiste la nutrigenómica, ¿no?

-Sí, es la realidad que estamos estudiando y que llamamos la nutrigenómica, encontrar cómo a través de los genes podemos recomendar a las personas la dieta adecuada para que sean saludables, para que tengan mayor longevidad. Pero hemos de ser realistas. Esto es un área en progreso que en estos momentos, desde el punto de vista de aplicación, todavía no podemos sacar a la calle. Es algo en lo que estamos tremendamente ilusionados. Nuestra labor como científicos es ser capaces, basándonos en el genoma de cada persona, de recomendar a alguien el consumo de grasas porque le va a ir bien, o a otra persona más pescado y aceite de oliva. Eso será posible en el futuro. Cuando saquemos algo así a la calle, será algo en lo que como científicos tengamos confianza.

-¿Que nos guste la tortilla española también va en los genes?

-Cuando empezamos a trabajar en esto de los genes sabíamos muy poco, a muy principios de los ochenta. Empezamos a mirar los genes de los primates. El hecho de que ahora tengamos más obesidad, más cáncer, más enfermedades cardiovasculares es porque tenemos los genes de los monos pero nos comportamos como humanos modernos. Pero, al ir adquiriendo más conocimiento acerca del genoma, hemos encontrado que ha tenido una evolución muy rápida. No estamos hablando ya de compararnos con los monos, sino de cuando el hombre sale de África en un cierto momento. En cada lugar geográfico, en cada sociedad, sus genes se han acoplado, han evolucionado rápidamente para obtener una mejor comunicación con el medio ambiente. Por ejemplo, los esquimales sobreviven con lo que tienen a su alrededor, con dietas muy altas en proteínas y en grasas. Si hablamos de una tribu africana que sólo recolecta semillas y frutos, también están sanos. El genoma se ha adaptado rápidamente a eso.

-Insisto, ¿y por qué a los españoles la tortilla?

-Por lo mismo que el aceite de oliva y los productos de la comida tradicional. Porque es lo mejor para nuestros genes, porque estos se han adaptado en el mundo mediterráneo a lo que teníamos aquí, al igual que en Japón se han adaptado a lo de allí, y somos longevos en España y en Japón consumiendo productos totalmente diferentes. La comida tradicional de cada pueblo no es algo que ha ocurrido al azar. Esas combinaciones curiosas que se hacen a veces que son parte de nuestra tradición, se ha llegado a través de muchas generaciones, de saber lo que se está haciendo. Así se ha construido la comida tradicional, no por casualidad; es lo que piden nuestros genes.

-¿Acabaremos llevando nuestra información genética en la cartera, como si fuera una tarjeta más?

-Eso es. Nuestro objetivo es hacer eso en laboratorio con unos 1.000 dólares. Ya lo podemos hacer pero a un costo muy alto. La cuestión es cómo llegar a la población general con esa tecnología para que pueda tener toda la información de la que estamos hablando: predisposición genética a una enfermedad u otra, a ser más alto, a la mejor forma de curar una enfermedad cuando surja. Todo eso es posible.

-Nuestro destino está en los genes, ¿le asusta?

-Asusta y no asusta. Si miramos en nuestro pasado podemos conocer nuestro futuro sin necesidad de los genes. ¿Qué ha pasado en nuestro padres, abuelos, tíos? Eso ya marca cuál va a ser nuestro futuro. Con los genes lo que sabemos es el «por qué» y el «a quién». Da un poco de miedo saber cuánta información hay allí. También es muy bonito saber que conociéndola podemos darnos una calidad de vida mejor. Llevamos nuestro futuro dentro de nosotros.

-¿Teme los efectos de la crisis?

-Muchísimo. Todo esto es muy caro. Necesitamos grandes alianzas, que son las que estamos haciendo entre investigadores. Todo lo que queramos construir, bien sea físico o intelectual, cuesta dinero. Hay dos factores importantes: la Administración pública tiene problemas y la situación también está afectando a la industria privada que está muy interesada en la nutrigenómica. Estamos arrinconados por este futuro cercano tan dramático que va a ralentizar estos progresos.

-Como vecino estadounidense, ¿usted prefiere a Obama o a Mac Kein?

-Llevo 26 años residiendo en Estados Unidos y me siento terriblemente orgulloso de ser español, tengo mi pasaporte español, no soy americano y lamentablemente no puedo votar. Digamos que, después de haber visto los ocho años de administración republicana, mi deseo ferviente es que ganen los demócratas.

-¿Ya sabe cuál es su plato preferido?

-No es porque me lo haya preguntado, pero como una tortilla española? Es fabulosa.

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