EL CAU CAU
Saltó de la sencillez para convertirse en uno de los más cotizados platos del llamado Bufet Criollo. Es producto vivo y visible de la transculturación, menudencia, hierbas y harinosas papas, sus componentes principales. Un color inigualable y aromas contrastados son su carta de presentación. Lo único inexplicable hasta el momento, su nombre. Un nombre que proviene de algunas teorías, un origen precolombino, pero matizado y convertido en producto final con la participación de más de una cultura.
Cuando mencionamos entrañas, es porque consideramos que es ahí donde se gestan los secretos mejor guardados de su origen. Repetimos, con un nombre extraño y de -hasta ahora- indefinida explicación, se nos presenta este plato, como uno de los más económicos, sencillos, populares, pero no por ello, menos buscados y reclamados en este sinfín de potajes que nuestra deliciosa gastronomía ostenta. Cau Cau, preparado por manos morenas, con un excelente gusto por la aventura de crear, de experimentar...
No podemos decir que la influencia española y que todo lo que con su llegada se impuso, se mantenga al margen de su acta de nacimiento. Todos aportaron y tuvieron que ver en su gestación. Sin embargo, cuando mencionamos lo concerniente a su nombre y proclamamos la indefinición de este, no es porque haya ausencia de investigación a lo largo de su historia, muy por el contrario, se presentan varias teorías al respecto y dejan con la miel en los labios hasta al menos interesado en estas "andanzas" culinarias.
EXPLICACIONES... La etimología que trata de explicar el nombre de nuestro plato, nos lleva por el quechua, nos detiene en la cultura china que se asentó en nuestro país y culmina por ensayar la explicación inglesa del asunto, aduciendo que la palabra "cau" obedece a la pronunciación de la palabra "vaca" en inglés. Y su repetición... pues simplemente, parte de la "criollada" amañada a estas costumbres.
Sin embargo, existe también una explicación que, aunque no seamos históricos investigadores en el tema, queremos hacer resonar entre nuestros lectores y es que este plato tiene orígenes precolombinos como bien lo afirma Gloria Hinostroza, reconocida investigadora culinaria de nuestro medio.
Del quechua "can", que significa "menudencia", se extrae una pequeña pero valiosa información, posible esclarecimiento del origen. Asimismo, se dice que cuando los chinos culíes en nuestro territorio y totalmente dueños de su cocina fusionada con la nuestra, intentaban cortar en pequeños trozos todos los ingredientes, componentes de determinado plato, utilizaban el fonema "caucau" para indicar que todo debía ser cortado "chiquito, todo chiquito".
Finalmente como mencionáramos en el párrafo anterior, el origen de su preparación se remonta a épocas precolombinas, como bien lo indican las concienzudas investigaciones de Gloria Hinostroza, quien también es autora de ocho libros sobre gastronomía. Sin embargo, aduce que el nombre utilizado en la época, para denominar un plato similar, era "rachi rachi", mientras señala que la palabra caucau, tenia otra acepción absolutamente divorciada de lo que actualmente conocemos, donde era utilizada para señalar a la "huevera de pescado" como tal.
VARIAS FORMULAS - Aunque la preparación de lo que actualmente conocemos como Cau Cau, haya señalado geográficamente a Lima como cuna del plato, se sabe bien que es producto de varias mezclas provenientes, en mayor o menor participación, de negros, españoles, moros y todos los que vinieron en las embarcaciones de los colonos. España, tiene por ejemplo un popular potaje hecho a base de la panza de la vaca, plato de reconocimiento universal, como los "Callos a la Madrileña", particular forma de llamar al mondongo.
Se sabe también, y en eso incidimos, que los esclavos habitantes de la colonia subsistieron en algún momento de su historia con las menudencias y los despojos de la comida de los amos, a ello debemos agradecer, los anticuchos, la chanfainita y siglos después el arroz chaufa y el lomo saltado. De esta realidad no se libra el mondongo, víscera de larga cocción, debido a su dura y compacta consistencia.
En la actualidad, las vísceras y menudencias, además de formar parte de algunos guisos de los llamados "criollos", son también incluidos en las conocidas anticucherías limeñas, esas de esquina y de barrio, alumbradas con farolas y al calor de las brasas, donde se congregan por tropeles, convidados al paso, que se hacen de un lugar entre el humo incesante del carbón y el aroma inconfundible del ají panca en perfecto matrimonio con las fritangas de turno: Pancita, rachi rachi, anticuchos, mollejitas, "chunchulín", todos dorados, jugosos, oscuros como las manos de quienes los preparan, pero cargados de un sabor a peruanidad exquisito, con harto ají.
AROMA A YERBABUENA - Se sabe que en las manos de los negros esclavos, las menudencias se convertían en manjares, pues "entre otros secretos- apelaban a la aromatización y sazón en sus platos con las hierbas o yerbas y especias que trajeron junto a los españoles; muchas de ellas provenientes de lo que ahora conocemos como cocina mediterránea. La canela, el clavo de olor, la menta o yerbabuena, el curry y otras tantas, en la actualidad trajinan diariamente entre ollas y sartenes, haciendo de sus sabores y aromas una verdadera delicia que complementa la vanidad de nuestro paladar.
Particularmente la yerbabuena, utilizada en nuestra cocina, adaptada y adoptada por méritos propios es protagonista de esta historia del Cau Cau. No imagino un generoso plato sin la particularidad de sus efluvios. A la yerbabuena se le admira, se le requiere, se le canta, se le compara con emociones humanas, se le atribuye propiedades medicinales, se le crea historias fantásticas, míticas y hasta de contenido romántico.
Quienes gustamos de la cultura flamenca, como lo hace esta periodista, escuchamos comúnmente entre las palabras alargadas y particularmente pronunciadas del cante gitano, mencionar mas de una vez la palabra "yerbabuena" y compararla con los besos, sentimientos y sensaciones de los hombres y mujeres en su diaria convivencia.
"Se dice que en los tiempos antiguos hubo una curandera que reunió todas las plantas de la tierra, aquellas que tenían las más poderosas propiedades curativas y con su magia las convirtió en una hierba buena, que ella después plantó para que creciera de forma silvestre"... y felizmente se propagó. Transcribiendo esta información, reconocemos el valor y la calidad a pesar de su simplicidad de yerba. La cocina peruana y la cocina del mundo tienen que agradecer a la naturaleza su existencia. Su aporte cuenta para el buen gusto del planeta, sin exageraciones.
CRIOLLO POR EXCELENCIA - Además del mondongo o panza, de la yerbabuena y sus propiedades, del palillo o cúrcuma -para los curiosos amantes de la cocina- o "turmeric" para quienes viven en el extranjero, del ají amarillo y su particular sabor y de escasas alverjitas; la presencia indiscutible, calidad y abundancia de la papa peruana hacen de este plato un cotizado manjar, pese a la sencillez de sus ingredientes.
Bien lo mencionamos líneas atrás, no hay bufet peruano que no lo incluya, su sabor marca las diferencias. Probablemente, al ser este un plato de diario, casi discreto, no obtenga la calificación de excelencia que otros con parecidos antecedentes si ostenten. Quizás lo más complicado de su preparación recaiga en la larga cocción de la panza o en el olor que esta despida durante las casi tres horas en promedio, mientras hierve en la olla, tal vez por ello la presencia de la yerbabuena durante este lapso, sea fundamental para contrarrestar de alguna manera este fenómeno.
Es posible también, que buscando reemplazar el tiempo utilizado para su preparación, se decidiera suplir la panza dando paso a la creatividad de las cocineras y cocineros peruanos -los de formación académica y las de inspiración maternal- para que la sustituyeran por pollo, pescado y ahora, hasta con algunos frutos del mar como las machas o las conchas de abanico. Características de todo tipo giran alrededor de este plato, todas comprometidas con su sabor e identidad, que nos invitan a estrechar lazos de peruanidad. Razones que nadie puede negar.
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