Aceite de canola, tan sano como el de oliva
La desinformación sobre la seguridad del aceite de canola puede haber tenido su origen años atrás cuando se producía el aceite de la planta de colza, el cual contiene altos niveles de ácido erucico –que es un compuesto que en grandes cantidades puede ser tóxico para el consumo humano-.
La planta de canola fue desarrollada con la cruza natural de la planta de colza. El aceite de canola se obtiene de las semillas del mismo nombre, que son formadas por unas bellas flores de color amarillo de la familia de las Brassicas, como el repollo y la coliflor. Si bien las semillas de la canola se parecen mucho en la parte externa a las de colza, los perfiles nutricionales son completamente diferentes, las primeras tienen niveles extremadamente bajos de ácido erúcico.
Un aceite saludable
El aceite de canola es uno de los más sanos usados generalmente para cocinar, ya que su aporte en grasas saturadas es uno de los más bajos, es rico en grasas monoinsturadas que ayudan a reducir el colesterol sanguíneo y la mejor fuente de omega 3 de los aceites. Además, es multifuncional con una gran tolerancia al calor, sabor natural y una textura liviana y suave. También es rico en vitamina E y como todo aceite de origen vegetal no contiene colesterol, cualidades importantes en una alimentación saludable.
Tanto las grasas como los aceites tienen un rol importante en la nutrición humana ya que aportan energía, ácidos grasos esenciales, ayudan en la absorción de las vitaminas liposolubles A, D, E y K y de los betacarotenos y hace que la absorción sea más lenta dando sensación de saciedad durante un período más largo.
En los últimos 20 años se han realizado estudios en humanos que involucran el consumo de este aceite, estudian sus efectos en la reducción del colesterol y el riesgo de enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes y presión arterial. Los estudios, además, han demostrado que usado como parte de una alimentación saludable, disminuye los niveles de colesterol y tiene efectos benéficos sobre la formación de coágulos, por lo tanto, reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular y de accidentes cerebro vasculares.
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