ROSSINI
Fuente: Gastronomia.com |
Su afición -casi devoción- por la cocina y la buena mesa hizo pensar que su verdadera pasión no era la música, sino la gastronomía. Se le conoce por frases como:
“El apetito es la batuta que dirige la gran orquesta de nuestras pasiones”.
“Comer y amar, cantar y digerir; esos son a decir verdad, los cuatro actos de esa ópera bufa que es la vida y que se desvanece como la espuma de una botella de champaña”.
“La trufa es el Mozart de los champiñones”.
También se decía que Rossini solo lloró dos veces en su vida de adulto: la primera por la muerte de su padre y la segunda cuando se le cayó por la borda del barco un pavo trufado.
Sobre los famosos “Tournedos a la Rossini”, cuenta la historia que Adolfo Dugléré, chef principal del Café Anglais parisino, era gran amigo y admirador de Rossini, y éste a su vez, creía que el chef era el Mozart de la cocina. Una noche en la que el compositor fue a cenar al restaurante, propuso al chef que saliera al comedor y que allí mismo delante de los comensales improvisara un plato nuevo. El chef comentó que era una persona tímida y que no estaría a gusto y no trabajaría bien, a lo que Rossini le dijo: – Eh bien, faites-le tourné de l’autre coté, tournez-moi le dos. (“Pues bien, hágalo vuelto del otro lado, es decir de espaldas al público”), y entre las ideas que Rossini aportó al plato y la maestría del chef, nacieron los tournedos.
A partir de ese momento multitud de preparaciones se asocian al apellido Rossini, creyéndose que son creación directa del compositor. Casi todas tienen foie (paté) y trufas (hongos), y por lo general son salteadas. Y también existe un aliño de ensalada “a la Rossini”, cuya receta dictó así:
Tomar aceite de Provenza, mostaza inglesa, vinagre francés, un poco de zumo de limón, pimienta y sal. Batirlo y mezclarlo todo. Echar después algunas trufas, cortadas cuidadosamente en trozos menudos. Las trufas dan a este condimento una especie de nimbo capaz de sumergir a un gourmand en el éxtasis.
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