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INDUSTRIAS DE ALIMENTOS - NUTRICION

FRUTAS DEL PERÚ

CATHERINE CONTRERAS - Santa Teresa de Machangay es un pequeño refugio de biodiversidad, y uno de sus habitantes nos los demostró unas semanas atrás. Hace 47 años que Óscar Pinedo Taminchi nació en este caserío de Callería (provincia de Coronel Portillo), en la cuenca de uno de los afluentes del río Ucayali, a dos horas y media en bote desde la ciudad de Pucallpa.

Su padre fue de San Martín, su madre shipiba. Como buen niño curioso, a Óscar le gustaba probar de todo. Así fue que descubrió de cinco a seis variedades nuevas de frutas comestibles, entre ellas unas bolitas negras que abundaban en el monte y que no eran otra cosa que un berry, familia de la mullaca (aguaymanto o capulí), fruto al que llama también pinta lengua porque tiñe la boda de un divertido tono morado.

Óscar, junto con su esposa Mariliz Villacrez Pereyra y sus cinco hijos, vive de la fruta que toda la familia cosecha. En sus tierras ha contado algo de 35 variedades, “de las 60 a 70 que crecen por toda esta zona”, puntualiza con orgullo.

 

Sachamango

En su lista destacan insumos que él reconoce pueden tener potencial culinario, como el sachamango, un mango silvestre de pulpa firme y algo aceitosa “que es más agradable y aromático cuando está pintón. Si cae del árbol y no lo recogemos, es alimento de roedores como el majaz o el sachacuy”, cuenta Óscar quien protege de la extinción este fruto poco usado en la cocina peruana.

Pomarosa

PARAÍSO DE SABOR
La familia Pinedo Villacrez también cosecha frutos de uso cotidiano en la cocina selvática. Como la pomarosa (que se come sola o sirve para hacer mermeladas), el cacahuillo (la variedad más pequeña del cacao, que emplean para hacer zumo), la guaba del monte (que tiene mucha pulpa y es también llamada pairajo), el pan de árbol (cocido tiene un sabor entre la papa y la yuca, además sirve para hacer masato), el huingo (con el que hacen vasijas), el macambo (cuya pulpa semeja la del cacao y es impresionantemente aromática), la dulce granadilla silvestre, el huito (hacen dulces y tragos), el caimito, la uvilla y la mullaca (dos frutos bastante diferentes), la cocona, el camu camu, el copoazú, el ungurahui, el aguaje, la toronja, el zapote, la palta, el noni y las naranjas, entre otras variedades.

Cacahuillo

Precisamente fueron las naranjas de jugo las que permitieron que la familia de Óscar pueda sobrevivir a la última gran crecida del río Ucayali. “Fue el 14 de febrero cuando el agua nos botó de la casa, tuvimos que irnos a Pucallpa por un mes y regresar casi todos los días. En bote veníamos a cosechar lo poco que quedaba. Recogíamos las naranjas y llevábamos para vender jugo en el mercado”, cuenta Mariliz.

Macambo

El fenómeno natural –que año a año genera un ecosistema particular en el centenario bosque de Santa Teresa, hábitat del churo o caracol de río, y que también atrae peces como la carachama y el boquichico- la soprendió a ella tanto como a los otros campesinos del bajo Ucayali, pues hacía 17 años que las aguas no subían tanto (casi un metro en algunas zonas).

CAMPESINOS ORGANIZADOS
Pero dejando adversidades de lado y enfocándose en la misión de preservar la biodiversidad de este remoto caserío de la selva, Óscar Pinedo y su familia no están solos. A pocos minutos de su casa vive Hilter Murrieta, quien desde hace 14 años y medio está dedicado a la agroforestería ecológica.

Camucamu

“Vas a comer palo”, le decían otros campesinos que veían cómo reforestaba su parcela con árboles maderables como cedro, capirona y pashiato, que creían lentamente entre frutos como la toronja, el camu camu y otros 15 tipos de variedades más.

Hilter fue el primero en poner en práctica este sistema agrícola de asociación de especies. Ahora él, Óscar y 10 campesinos más integran la Federación de Productores Ecológicos de Ucayali (base regional de la Asociación de Productores Ecológicos ANPE). Y gracias a la alianza cocinero-campesino que la Sociedad Peruana de Gastronomía (Apega) firmó con sus representantes, estos y otros tesoros de nuestra biodiversidad podrán aspirar a un mercado más justo al cual proveer con dedicación y constancia. Un objetivo firmemente trazado y por el que todos los peruanos debemos trabajar.

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