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INDUSTRIAS DE ALIMENTOS - NUTRICION

QUESO CASÍN - ASTURIAS - ESPAÑA

Dice que se enteró de que el Gobierno regional le concedió la Medalla de Plata de Asturias por la radio y que no la esperaba en absoluto, pero no solamente la agradece, sino que se alegra de que en ocasiones sea distinguida «gente normal», una persona, una familia y un concejo que luchan por ganarse día a día la vida en el medio rural, con todas las ventajas e inconvenientes que eso conlleva. Marigel Álvarez Martínez, 'alma máter' de la recuperación del queso Casín, apuesta por el trabajo en equipo.
-Al agradecer la distinción concedida, quiso compartirla con sus vecinos. ¿Cuál es el papel de Caso en esa medalla?
-Yo estoy orgullosísima porque creo que distinguieron a una persona normal y sencilla, pero quiero vincular a toda la población porque el concejo me ha dado la ocasión, el lugar y el momento, así como confianza. El éxito de una iniciativa depende de todos. Si alguien piensa que puede hacer algo en solitario, está perdido. Tenemos que ser una piña.
-El Gobierno regional destaca sus logros como valedora del queso Casín. ¿Quedan por el camino pequeños fracasos y frustraciones en esa lucha?
-Lo que queda atrás es la lucha de una pareja normal por sacar adelante su vida y su familia. Tanto mi marido como yo tuvimos padres que emigraron a Alemania. Ya casados, decidimos regresar sin nada a nuestros orígenes, para que nuestras hijas empezaran aquí su vida. El amor que mi marido tenía por Caso nos hizo elegir el lugar. En un pueblo tiene que crear uno mismo el puesto de trabajo y buscando la forma de colaborar con la economía familiar pensé en el queso Casín. De aquella no había ninguna quesería en el concejo y vivíamos un momento del 'boom' de los quesos.
Los comienzos
-¿Fue muy difícil empezar?
-Acudí a la Consejería de Medio Rural para enterarme de los requisitos para montar una quesería y de las ayudas posibles. Allí encontré a Carmen Ventas y fue tan agradable que me dio la luz. Me orientó a conocer la experiencia de Taramundi y conseguí una subvención de 750.000 pesetas y una línea de crédito de 1.200.000 pesetas. A partir de ahí, los problemas normales para conseguir leche en un momento en el que los ganaderos optaron por vender cuota láctea y dejar de producir, así que optamos por adquirir nuestro propio ganado.
-Pero cambió las vacas por el hotel rural...
-Es que nos quedó todo pequeño: casa y quesería, así que pensamos en crecer y en construir un hotel rural que incluyera la quesería y una agro-tienda. Además, el establo no era nuestro ni tuvimos opción de comprarlo. Creo que el cambio fue una buena idea, pero, con cincuenta y pico años ya, algo arriesgada. Elegimos este lugar porque las vacas aquí eran felices. Sabían dónde estaba lo bueno. La idea fue de mi marido y yo fui su arma, pero un infarto impidió que llegara a verlo terminado.
-¿Una distinción de denominación de origen se fragua en los despachos o en la quesería?
-Hace 23 años, nadie pensaba que el queso Casín pudiera conseguir una denominación de origen protegida, pero tiene fuerza e historia y eso importa más que lo que yo haya podido hacer. Recuerdo que, la primera vez que lo planteé, Menéndez de Luarca me dijo que era como pedir medallas a la luna. Sin embargo, él acabó propiciándolo, y también Servanda, Tomasa Arce... Tras un escritorio encuentras personas que te atienden, te guían y te favorecen. Creo, sinceramente, que nadie me ha regalado nada, pero encontré en el camino gente maravillosa.
-Usted explica que hace el queso Casín con método tradicional, pero adaptado al gusto moderno. ¿En qué consiste esa adaptación?
-Era habitual que se fabricase para todo el año y, así, al final el queso estaba resecado, fortísimo y con un sabor que quema. Eso se puede evitar y mantener el queso más suave, pero el proceso de fabricación, que lleva tres o cuatro veces más trabajo que otros muchos quesos, es el mismo de siempre.
-¿Necesita innovación la industria agroalimentaria para tener futuro?
-Todo evoluciona, pero eso tiene que verlo cada negocio. Ahora hay tres fábricas de queso Casín en el concejo, incluida la mía, pero todas son artesanales y no es nuestro objetivo igualar a una industria grande. Mi consejo a quienes me preguntan es que empiecen poco a poco. En la Asturias rural hay productos maravillosos, pero el objetivo de quienes estamos en esto es vivir. Aquí nadie se va a hacer rico. Una gran industria es otra cosa.
-¿Llegará el queso Casín a superar en fama y prestigio a otros más populares como el Cabrales?
-No tiene por qué superar a nadie ni a nada. Cada queso tiene su lugar y su historia. En Asturias hay una asociación de queseros y no competimos unos contra otros. Cada uno se ocupa de sacar un buen producto con sus peculiaridades. Vamos despacio. Sabemos elaborar y nuestros quesos tienen mucha historia, pero en algunos aspectos, como la comercialización, tenemos menos experiencia, por ejemplo, que los franceses. Vivimos malos tiempos y todos lo notamos, pero saldremos adelante porque los productos asturianos tienen mucha calidad y si podemos ir mejorándolos aún más, estupendo. Hablo de quesos, embutidos, mieles, mermeladas, etcétera. Así se podrá fijar población en la zona rural y seguir viviendo. Yo pienso que los problemas económicos no se arreglan con dinero, sino con ideas. A ver si así salimos de una vez de esta crisis que nos está abrumando.
-¿Sigue siendo quesera o se siente ya más hotelera?
-Yo lucho por lo mío, ya sea el hotel o los quesos. Doy lo mejor de mí misma para que los clientes del hotel queden satisfechos y vuelvan. Me encanta que alguien diga que está muy a gusto o que el queso está riquísimo. Todo buen resultado es una satisfacción.

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