NO ABUSAR DE LAS GOLOSINAS
Fuente: alimentacionsana.com - Abusar de las golosinas provoca cambios en las costumbres nutricionales de los niños
El consumo de estos dulces ha pasado de ser excepcional a convertirse en un hábito cotidiano.
Las golosinas son una tentación a la que pocos se resisten. Sus atractivos colores y formas atraen a niños y mayores, que se dejan arrastrar por la variedad de sabores que deleitan sus paladares.
Pero lo que muchos no saben es que estos dulces tan adictivos apenas aportan nutrientes y sí excesivas calorías. Las golosinas son "calorías vacías", con un valor nutritivo casi nulo. Están constituidas básicamente por azúcares simples (fructosa, glucosa y sacarosa) de rápida asimilación, aditivos y colorantes artificiales para obtener los llamativos colores...
¡Pero los niños no pueden resistirse a ellas! Todo es bueno si se toma en la justa medida, sin embargo los niños ante este producto no tienen freno. Además, por el fácil acceso a las golosinas y gominolas hay que vigilar las normas de higiene que las rodea, es muy importante que esten empequetados en bolsitas individuales ya que es un producto que va directamente a la boca del niño.
Aunque es difícil negarle un caramelo a un niño, los padres deben tener en cuenta que un abuso de estos productos puede perjudicar su crecimiento. Endocrinos y pediatras coinciden en que no hay que prohibir las golosinas, pero sí ser estrictos a la hora de su consentimiento. Casi la mitad de los niños españoles toma golosinas al menos una vez por semana, y uno de cada tres consume a lo largo del día dulces o chucherias.
Así se desprende de un estudio de la Sociedad Andaluza de Pediatría, que constata que el 55% de los españoles tiene un patrón de nutrición "inadecuado". Bajo la atractiva apariencia de una golosina se esconden sustancias con calorías vacías que nada aportan al organismo. Y es que si bien un consumo moderado puede resultar el más grande de los placeres, su abuso puede derivar, cuanto menos, en trastornos digestivos y un aumento de caries.
Los caramelos, chicles y gominolas son sólo unos ejemplos del amplio abanico que pueden encontrarse en los quioscos, todas ellas con grandes dosis de azúcares, grasas y aromas, sin olvidar una gran variedad de colorantes, tanto naturales como artificiales, que les dan ese aspecto tan vistoso y que la legislación actual permite a sus productores utilizar.
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