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INDUSTRIAS DE ALIMENTOS - NUTRICION

LA HISTORIA DEL HELADO

Por Alicia Anavi y Leticia Radavero / ES, http://www.grupoq.com.ar/

En los días calurosos en los que pareciera que hasta las paredes se derriten, nada más gratificante que disfrutar de un cremoso y delicado helado para aliviar la temperatura. Si bien es un manjar cotidiano ¿alguna vez te has detenido a pensar cuál es su origen?

La historia del helado se remonta miles de años atrás. De hecho, comenzó hace más de 3.000 años, en China, siendo sus emperadores los primeros en degustarlo. Sus cocineros mezclaban nieve y hielo de las montañas con frutas, vino y miel para obtener una deliciosa y fresca preparación. De la misma manera, el emperador romano Nerón Claudio Cesar (37-68 AC) enviaba esclavos a las montañas para obtener nieve para congelar los jugos de fruta que tanto disfrutaba añadiendo néctar y miel.

 

Siglos más tarde, en 1295, el mercader y explorador veneciano Marco Polo retornó de su viaje al Lejano Oriente con la receta para elaborar helados con nieve de aspecto similar a los sorbetes que se consumen hoy en día. Fue así como se cree que los helados hicieron su llegada a Italia. La receta, a diferencia de lo que se conocía hasta entonces, combinaba leche con nieve, obteniendo mayor cremosidad. Esta innovación causó gran interés y pronto la gente de mayor dinero de Italia disfrutaba de estos enriquecidos helados.

La historia continúa con los chefs de Catalina de Medici, quienes llevaron este delicioso postre a Francia cuando contrajo matrimonio en 1533 con el Rey Enrique II. Con rapidez, los cocineros franceses comenzaron a elaborar este manjar de leche congelada. De hecho, un chef francés instaló el primer negocio a la calle para venderla, siendo el pionero en agregar sabores como chocolate y frutilla. Cuando el rey Carlos I de Inglaterra visitó Francia en el 1600, se le convidó con este exquisito postre. Compró la receta al chef francés y la llevó a su país. Los invitados a un banquete en su corte quedaron fascinados al probar el nuevo y fresco postre que parecía un copo de nieve. El rey pagó una pensión de por vida a su chef para evitar que este divulgara la receta, convirtiéndola en una delicatesen exclusiva de la corte. Sin embargo, a la muerte del rey, la receta del helado ya no era más un secreto.

Luego, la costumbre de comer este postre helado se trasladó a los Estados Unidos, donde era servido a famosas personalidades como Thomas Jefferson y George Washington. Fue tal la aceptación, que la primer heladería en Estados Unidos abrió sus puertas en 1776, en la ciudad de Nueva York, y fueron ellos quienes les pusieron el nombre de iced cream, o sea, crema helada, que luego derivó en ice cream tal como se conoce hoy día. En el año 1903, un vendedor de helados ambulante de las calles de Nueva York llamado Italo Marchiony, cansado de que la gente se fuera con sus vasos o los rompiera, inventó el cono de helado elaborado con oblea.

Más allá de las leyendas que acompañan su invención, la historia del helado está íntimamente relacionada con el desarrollo de técnicas de refrigeración, las que pueden dividirse en varias etapas:

- enfriado de comida y bebidas mezclando con hielo o con nieve,

- el descubrimiento de que al diluir sal en agua producía una disminución de la temperatura,

- el descubrimiento de que mezclar sal a la nieve o hielo disminuye aún más la temperatura,

- la incorporación de crema a mitad del siglo XVII,

- la invención de la máquina para hacer helado en el siglo XIX

- y por último el desarrollo de refrigeración mecánica a fin del siglo XIX y comienzos del siglo XX, que llevó al desarrollo de la industria heladera moderna.

Tal como se mencionó anteriormente, la primera mejora que hubo en la manufactura del helado vino de la mano de Nancy Johnson, una norteamericana quien en 1846 inventó el congelador con manivela manejada a mano, siendo todavía utilizado este aparato en la actualidad. Al mover la manivela, se agitaba un recipiente que contenía la mezcla del helado sobre un colchón de sal y hielo hasta que la mezcla se congelara.

La próxima vez que disfrutes de un helado, agradecerás a los ancestros por semejante manjar.

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