La regla número uno para trabajarla es la paciencia.
Cualquiera que haya probado una baklava puede avalar las cualidades que esta masa le aporta a un plato. La masa filo, fillo o phyllo es una masa sin levadura cuya característica principal es su grosor similar al de un papel. Esta es utilizada desde hace cientos de años en Medio Oriente, Grecia y otras cocinas de la región para la elaboración de dulces.
La masa filo se elabora con agua, harina, una pequeña cantidad de aceite y vinagre blanco, aunque algunas recetas de postres también llevan yema de huevo. Hacerla de manera casera requiere de tiempo y de habilidad ya que demanda de un amasado progresivo y estirado hasta obtener una masa extremadamente delgada pero extensa. Industrialmente, se perfeccionaron las máquinas para su elaboración en la década del 70, haciéndola que esté ampliamente disponible.
Asimismo, este tipo de masa se puede comprar envasada en las heladeras de los supermercados o al peso en negocios especialistas, generalmente, locales de comida árabe, armenia o griega. Esta permite ser refrigerada hasta por 6 días o mismo se puede congelar. Para descongelarla, se la debe pasar a la nevera durante 24 horas, para que se torne maleable.
Luego, antes de trabajarla, dejarla a temperatura ambiente para asegurarse que la masa sea flexible. Debido a la delgadez que torna sus capas traslúcidas, hace que cualquier cocinero amateur se acobarde. Lo importante es tener en cuenta que, con el correcto manejo y almacenamiento, trabajar con ella puede ser sencillo
En 5 pasos
Sin importar la receta que estarás por preparar, antes de comenzar, asegúrate de tener listo los ingredientes del relleno. Como precaución, no abras el envase antes de tiempo debido a que esta masa corre el riesgo de secarse, lo que hace que se quiebre con más facilidad.
1. Derrite mantequilla y colócala en un recipiente lista para untar con un pincel.
2. Prepara la placa que luego llevarás al horno o cualquier otro utensilio, como por ejemplo, cuchillos que puedas llegar a necesitar.
3. Con cuidado, desenrolla las hojas de masa sobre una mesada limpia y seca; la masa que no uses en el momento cúbrela con un plástico y por encima un lienzo húmedo para prevenir que se seque. Debido a que las hojas son muy delicadas, no te sorprendas si se quiebran o se rompen al manipularlas, aunque las rotas todavía se pueden usar para otras preparaciones que requieran de trozos de masa más pequeños.
4. Unta una capa con mantequilla derretida ayudándote con el pincel y acomoda por encima otra hoja de masa. Luego coloca el relleno y cierra de la manera que desees.
5. Antes de llevar al horno pinta nuevamente con la manteca derretida.
Lo divertido de trabajar con la masa filo son las formas que se le pueden dar, desde conos, a triángulos, pequeños paquetes, cilindros, mini tartaletas. No importa la forma o el relleno que uses, la regla número uno para trabajarla es la paciencia.
0 comentarios